¿Podemos conversar?
!Mucho se habla acerca de la comunicación en las organizaciones y de la necesidad de lograr conversaciones efectivas para mantener equipos y personas felices y productivas!
Sin embargo, se pone poco en práctica lo que se aprende en las capacitaciones ya que más allá de los buenos resultados de las mismas, lo que se ve en los cursos, si no tiene un seguimiento es probable que se pierda, una vez pasado los días y el entusiasmo por la experiencia vivida.
¿Y por qué sucede esto? Seguramente hay muchos componentes para revisar y más de uno que sin duda, explicará el fenómeno de las dificultades en la comunicación.
Más en esta oportunidad voy a tomar un aspecto, que considero revelador si lo podemos tener en cuenta y luego aplicar, no solamente válido en el mundo del trabajo, sino en la vida cotidiana de cada uno de nosotros.
Y es la distinción entre AFIRMACIONES y JUICIOS.
¿Para que nos sirve pensar en esta distinción?
La misma proviene de la Ontología del Lenguaje, teoría que postula que el lenguaje es acción y que somos conforme generamos realidades a través del lenguaje. Es el lenguaje el que constituye al ser humano, a través de un proceso de individualización, es mediante la interacción con otros en un espacio social, que el lenguaje tiene cabida, presentándose como un fenómeno social y no biológico.
El hecho de que el lenguaje sea generativo, es un concepto disruptivo en el paradigma tradicional, ya que las conversaciones y expresiones están definidamente pautadas por la clase de observador que cada uno es.
No hay una verdad incuestionable, existe “mi verdad” o “tu verdad” y ambas son viables. Puedo decir que mi día de paseo fue hermoso porque el parque estaba florido y había un sol tibio y brillante y otra persona puede decir exactamente lo contrario, que el parque estaba feo y había un sol caliente y molesto.
Las AFIRMACIONES, describen hechos objetivos y esa descripción puede ser confirmada por otros, de la misma comunidad que se manejan con el mismo código linguístico.
Por ejemplo, si digo que una pared es “blanca” y eso es verídico, habrá otras personas que lo confirmen.
En tanto que los JUICIOS, revelan como cada persona observa u otorga sentido a una situación, la que a su vez está condicionada por sus propios modelos mentales.
Si por ejemplo, digo, que una casa es “linda”, estoy manifestando una opinión, es un juicio sobre una observación que hago y el mismo es subjetivo, pues otra persona puede decir que es “fea”, es decir, emite otro juicio.
Recuerdo que en un curso, a la pregunta de cómo describían el salón, alguien dijo que era silencioso pues daba a un jardín tranquilo y otro dijo que era ruidoso, pues !escuchaba el ventilador del proyector!
La cuestión, es que cuando hablamos desde nuestros juicios, generamos nuevos juicios que obturan las posibilidades de conversar efectivamente.
Las personas muchas veces confundimos, ambos conceptos y de ese modo mantenemos conversaciones basadas en opiniones y no en los hechos observables, llegando a tomar decisiones como si realmente nuestras opiniones, fueran hechos incuestionables.
Tener y emitir juicios u opiniones no es bueno ni malo en sí mismo, lo importante es tener el registro, de que estamos haciendo juicios y que debemos chequear la validez de los mismos, pasarlos por el filtro de si tiene fundamentos, cuál es la finalidad de emitirlo y la comparación con el juicio opuesto.
Para finalizar, los invito a pensar en sus propias conversaciones y analizar la validez de los juicios emitidos y el efecto, sobre el interlocutor, de haberlos dicho.
¿Después me cuentan?